NOTICIA VOYAGER 1
Por
JESÚS RODÍRGUEZ, JUAN MUDARRA, ALBERTO RAILLO de 1º Bach A
En
1977 dio inicio la misión espacial más ambiciosa hasta entonces; tan ambiciosa,
de hecho, que continúa 35 años después.
La
idea era aprovechar la peculiar alineación de los cuerpos celestes en el
Sistema Solar para lanzar dos sondas en un recorrido planetario que las llevara
a acercarse como nada antes de ellas a Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Las
naves gemelas recibieron el apropiado nombre de 'viajeros' y así comenzó la
odisea de la Voyager 1 y la Voyager 2.
Imagíneselo
por un momento: un aparato metálico de 700 kilos, provisto de una antena
parabólica y un brazo metálico que soporta varias cámaras, avanzando hacia la inmensidad
del espacio a unos vertiginosos 17 kilómetros por segundo.
A
18.500 millones de kilómetros del Sol, toma 16 horas para que su señal llegue a
las antenas de la Nasa. Ambas sondas siguen enviando información cada día y se
espera que sigan operativas, y en contacto con la Tierra hasta el 2025.
La
Voyager 1 ya cumplió la misión para la que fue construida. Durante su paso
cerca de Júpiter, en 1979, tomó casi 20.000 fotografías que retrataron como
nunca antes la turbulenta atmósfera del gigante de nuestro vecindario
planetario.
Al
acercarse a Io, una de sus lunas, obtuvo las primeras pruebas de actividad
volcánica por fuera de nuestro planeta. Un año más tarde descifró los misterios
de los anillos de Saturno y detectó trazas de una atmósfera. La Nasa decidió
cambiar su ruta para acercarla más a esa luna y por eso la Voyager 1 nunca
'visitó' a Neptuno o Urano, algo que sí hizo la Voyager 2.
Pero
lo mejor podría estar por venir. Porque si hasta ahora la Voyager 1 ha sido un
emisario interplanetario, los datos de la Nasa sugieren que podría convertirse
muy pronto en el primer viajero interestelar de la humanidad.
La
nave se halla en estos momentos en la 'heliopausa', la zona en la que los
vientos solares chocan con el gas interestelar. En palabras simples, esto
significa que se aproxima a lo que los astrónomos consideran el límite del
sistema solar.
Predecir
en qué momento la Voyager 1 cruzará esa barrera es muy difícil, y los
científicos de la Nasa solo aventuran que podría pasar en el próximo año.
En
contraste, saber cuando suceda será facilísimo porque ocurrirá a la par con un
aumento súbito en los rayos de energía cósmica provenientes del exterior del
Sistema Solar o una caída en los niveles de radiación solar.
Si
cualquiera de estas cosas se da -y hay señales que indican que podrían pasar en
cualquier momento- la Voyager 1 se habrá convertido en el primer objeto
fabricado por el hombre en entrar al espacio interestelar (literalmente, el
espacio entre las estrellas) y podría suministrar valiosísima información sobre
el espacio.
Pero
parte integral de la leyenda de la Voyager 1 no radica en la información que
envía a la Tierra, sino en la que lleva consigo. A bordo de la sonda (así como
a bordo de la Voyager 2) viaja un disco de oro. Allí, además de saludos de
buena voluntad en 55 idiomas, viajan piezas musicales de Bach, Beethoven y
Stravinsky, así como un tema de rock and roll.
A
la manera de un mensaje en una botella, el disco va dirigido a cualquier forma
de vida inteligente que pudiera encontrarlo. Pero eso no será pronto, porque la
Voyager 1 llegará al sistema solar más cercano en poco más de 40.000 años.
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