En 2007 el investigador japonés
Shinya Yamanaka y el estadounidense James Thompson descubrieron una tercera
fuente de células madre, las iPS. El proceso para la obtención de dichas
células consta de seleccionar una célula somática madura e inyectarle un retrovirus con genes que revierten la
diferenciación celular. La célula se “reprograma” y vuelve a su estado de
célula madre, permitiendo convertirse en un órgano, al igual que las
embrionarias. Este descubrimiento permitió además sortear la oposición moral y
jurídica por parte de grupos cercanos a la Iglesia católica.
Sin embargo, hay dos problemas
derivados de la utilización de este tipo de células madre: al crear un
retrovirus capaz de revertir el proceso de transformación de una célula, era
necesario utilizar genes que podían generar cáncer. También podían producir
otros cambios en la célula de manera que una vez de que se inserta en el
organismo, éste no la reconozca como propia y produzca un rechazo inmunológico.
El estudio realizado por el Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas de Chiba
(Japón) ha permitido trasplantar tejidos de piel y médula ósea formados
a partir de células iPS en ratones sin que se produzca rechazo inmunológico.
Todo esto es en ratones, pero despeja el camino hacia la aplicación clínica de
uno de sus mayores obstáculos.
Opinión personal
El descubrimiento de este nuevo
método de trasplante es sin duda un gran avance para la medicina. Este tipo de
investigaciones se realizan casi a ciegas y se basan en gran parte en el método
de prueba y error; muchas veces es imposible encontrar un gen con unas
características específicas, simplemente por el hecho de que no se puede formar
una molécula determinada o algún otro factor. Por ello, este avance supone una
ventaja que permite acercarnos más a la meta de la medicina regenerativa.
Riu Rodríguez
Sakamoto
Noticia
CMC Tema 5
19-01-2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Realiza tu comentario con respeto y corrección.